Esta no es mi historia
Publicado el domingo, 29 de diciembre de 2024, 19:36
“Esta no es mi historia”, es algo que he repetido en los últimos meses casi como un mantra, y por lo mismo, mientras escribo esto, no sé si algún día estas palabras se publicarán o quedarán como un desahogo más. Pero supongo que hay que partir desde un principio, ya casi se cumple un lustro desde que esta maravillosa mujer entró en mi vida. No fue algo planeado ni esperado. Una persona con quien poder conversar, desahogarse, poder debatir diferentes posturas con respeto. Rápidamente nos fuimos compartiendo nuestras historias, anécdotas y dolores. El inicio de la pandemia podría haber sido un golpe fatal a una relación que recién partía, pero para nosotros fue lo opuesto. Naturalmente nos hicimos el hábito de llamarnos todos los días, para poder contarnos nuestros días y para seguir conociéndonos y disfrutando de nuestras compañías. Debo reconocer que el solo verla en la pantalla aún me hace sonreír. Cuando los meses de pandemia avanzaban y veíamos como esto no era algo pasajero, comenzamos a hablar de traerla conmigo. No fue forzado ni por aparentar, fue natural y sincero. Y pocos días antes de su cumpleaños se vino para pasar su cumpleaños juntos, y desde entonces que vivimos juntos y ha sido un cuento de hadas, un vivieron felices mágico.
En mi vida he cometido muchos errores, en especial en lo que se refiere a relaciones interpersonales, pero es increíble como con ella todo fluye. Naturalmente he aprendido de errores pasados, pero cuando hemos encontrado puntos de desencuentro, ambos nos sentamos, conversamos y llegamos a un punto medio. Y esto no es porque uno de los dos lo imponga, sino que es la forma en que nuestra relación se forjó sin esfuerzo.
Desde el primer día ella fue sincera con sus problemas médicos, pero jamás fue un problema para mí. Al contrario, es como a medida que ella me fue explicando, hizo un clic en mi curiosidad, y ha sido un hermoso aprendizaje, que me ha permitido ser un apoyo en su experiencia, y quiero creer que he ayudado a hacer su día a día más fácil. Es curioso que la mejor forma de darme cuenta lo importante que era nuestra relación para ella, no fue cuando conocí a su familia, que por cierto han sido maravillosos conmigo; sino que cuando me llevó a conocer a sus médicos.
Todo ha sido hermoso, hemos pasado una vida juntos en estos casi cinco años. Y no puedo creer de todo lo que me perdía en la vida al no tenerla a mi lado. Es un complemento maravilloso a cada día desde que la conocí. Y me ha vuelto una mejor persona en cada aspecto de mi vida.
Pero no habría historia para contar si esto fuese el final. En medio de nuestros planes para comprar una casa para luego preparar un matrimonio, nos llegó el diagnóstico de cáncer, como un balde de agua fría. Pero lo afrontamos como todo, decidimos que lo haríamos juntos y tomados de la mano. Y aquí es cuando me di cuenta que no era mi historia. Y aunque tenía mucho que decir, decidí no hacerlo, por respeto a ella y su historia. No puedo ser el protagonista, cuando es ella la que pasa por un dolor y un trauma tras otro. He intentado ser su apoyo y fortaleza, en la cirugía. Poder mirarla a los ojos y mostrarle que sin importar nada, ella es ella, y es la mujer que me vuelve loco de amor y me llena de felicidad con una sonrisa.
Luego vino la radio, y dejamos todo para ir un mes a Santiago para este proceso. Tuvimos una suerte tremenda, en la que muchas personas, desde la familia hasta nuestros trabajos nos apoyaron sin condiciones y nos permitieron acompañarla a sus sesiones. Incluso aprovechamos el mes en la capital para ir a vitrinear y conocer. Tratamos de darle una vuelta de tuerca a lo que ella estaba pasando y sacarle lo positivo a la situación, lo que fue posible gracias a que resistió muy bien el proceso de radioterapia.
Pero sabíamos que la quimio no sería igual. Los doctores siempre fueron sinceros de que esto sería muy duro, y que los síntomas serían fuertes, y tratamos de prepararnos para ello. Pude sentarme junto a ella durante las horas que duró su primera quimioterapia, ella quedó en el hospital, pero no me fui de esa habitación hasta que la quimio había terminado. Todo salió bien, y volvimos a casa llenos de optimismo. Sabíamos que se vendría una baja de defensas entre el día 7 y el 10; y pensé que podíamos afrontarlo, pero no fue así. El día 8 amaneció muy desganada y con mucho sueño y cometí el error trágico, la dejé dormir. No fue hasta pasado el mediodía cuando noté que no estaba bien. Su conciencia se perdía, y no tenía fuerzas en brazos ni piernas. Le fallé. Esa tarde, logramos llegar con ella a urgencias, sin presión y con fiebre. Solo puedo calificar como un milagro y un regalo divino el que ella se recuperara de todo eso, pero estuvimos muy cerca, demasiado cerca.
Fueron semanas de tratamiento y recuperación, pero salió del hospital, y mientras planeábamos el cómo retomar sus tratamientos, hoy nuevamente la debí dejar en el hospital, pues una nueva infección se aprovechó de su cuerpo debilitado. Y aunque no es tan grave como en la vez anterior, es imposible no sentir pena, al dejar a la mujer que amas, sin poder hacer nada para curarla. La impotencia de no poder sanarla, de no poder consolarla, de no poder ocupar su lugar para que ella pueda descansar.
Cuando una mujer queda embarazada, es normal que con su pareja diga “estamos embarazados”, como signo de que es algo que viven juntos, y que es algo que afrontarán como pareja, esto a pesar de la gran diferencia que hay en la carga del proceso. Una parte de mí quisiera poder decir “tenemos cáncer”, solo para poder expresar mis deseos de que ella comparta esta carga gigante que la vida le ha puesto, conmigo. Pero no puedo, lo siento tan injusto. Porque solo puedo ser un personaje de apoyo para ella, la maravillosa protagonista que en medio de todo lo que le pasa, es capaz de preocuparse porque yo llegue a casa bien y que no se me haga tarde.
Esta no es mi historia, es la historia de la mujer que amo, y aunque no sé qué es lo que le tocará enfrentar en el camino que aún queda. Solo hay una cosa que sé con certeza, es que quiero estar a su lado, quiero tratar de ser su apoyo, y de darle las fuerzas para que mi amada protagonista, pueda terminar esta historia con un “vivieron felices”.